lunes, 1 de abril de 2019

Exploración espacial - Beatriz Sanchez-Cano y Olivier Witasse

Exploración espacial: el gran viaje a nuestro Sistema Solar.




¿Aún no sabes dónde ir de vacaciones este verano? ¿Eres más de montaña que de playa? ¿De agua dulce o agua salada? ¿Te gustaría tomar el Sol en las regiones más cálidas de Sistema Solar, o por el contrario preferirías escalar sus montañas más altas, sus valles más profundos, o sus lagos perpetuamente congelados? Estamos a un paso de que estas preguntas se hagan realidad, y todo gracias a ¡la Exploración Espacial!
La imaginación es nuestra ventana al futuro. Gracias a los esfuerzos titánicos de las generaciones pasadas, a todo lo que hemos aprendido con ellas, y al gran despliegue actual de medios para el espacio (tanto público como privado), estamos llegando al punto álgido de la exploración espacial. Ese punto en el que dentro de nada podremos mandar humanos a otros planetas, establecer colonias en ellos, e incluso encontrar formas de vida en otros mundos.
Regresar a la Luna, estudiar y viajar a Marte, alcanzar lugares más allá, son parte de las nuevas metas y retos que tenemos por delante. Las imágenes que ilustran este capítulo nos ponen en perspectiva de lo que otros mundos nos pueden llegar a ofrecer, y del porqué de la exploración espacial.


Fig.1. “Conectándote con el resto del Universo”. Cartel promocional de la ESA en el aeropuerto Schiphol.


Pero… ¿Qué es la exploración espacial?
La exploración es una acción innata en todo ser humano. Desde el momento en el que nacemos sentimos curiosidad, nos sentimos atraídos por el mundo que nos rodea y lo exploramos, y lo más importante de todo, aprendemos de nuestra exploración. La exploración espacial consiste en exactamente lo mismo. Todo empieza con mirar al cielo y sentir curiosidad de saber que se esconde más allá de nuestro planeta, y sentirnos atraídos por todo lo que no sabemos. De ahí surge nuestro deseo de explorarlo, y con ello, de aprender cómo otros mundos funcionan, cómo han evolucionado, o cómo interaccionan con el medio que los rodea. Explorar es nuestra principal herramienta para desafiar los límites del conocimiento, y además, nos ayuda enormemente a nuestro propio desarrollo científico, tecnológico, económico y social.
Actualmente, el objetivo principal es comprender el Sistema Solar en el que vivimos, entender su origen y evolución, por qué la vida comenzó en la Tierra, o si la vida podría haber comenzado o estar presente en otros lugares. En otras palabras, ¿por qué es así?, ¿qué fue antes, y qué sigue después?, ¿estamos solos? Además, aunque en este capítulo nos centremos solo en nuestro Sistema Solar, la exploración también abarca nuestra galaxia y más allá.
Gracias a la incansable exploración que comenzó hace 6 décadas, sólo en los últimos tres años hemos sido testigos de grandes hitos históricos, como el descubrimiento de las ondas gravitacionales producidas por la fusión de dos agujeros negros súper masivos, el descubrimiento de una Tierra gemela en la constelación del cisne, o el hallazgo del tan buscado depósito de agua líquida en Marte. De hecho, estamos a un paso de enviar humanos de vuelta a la Luna, de sentir posibles terremotos en Marte, de analizar muestras frescas de un asteroide, y quizás incluso de encontrar formas de vida en nuestro Sistema Solar. Todo esfuerzo tiene su recompensa, y ésta es un diamante en bruto.

Y… ¿qué me aporta a mí la exploración espacial como ser humano?
La exploración supone una gran inversión tanto de talento como de dinero. El pensamiento fácil que a muchos se les pasa rápidamente por la mente es ¿y para qué?, ¿no se puede usar todo ese dinero para mejorar nuestras vidas? Nuestra recomendación es sencilla. Sin moverte del sitio, mira a tú alrededor y piensa: ¿En qué aspectos ha mejorado mi calidad de vida gracias a la tecnología?, ¿sería fácil vivir sin todos los desarrollos tecnológicos que me rodean?


Fig.2.  “La Tierra, tu oasis en el espacio, donde el aire es libre y respirar es fácil”. Imagen cortesía de NASA/JPL-Caltech.

Aunque ahora no lo sepas, un muy alto porcentaje de la tecnología actual que nos rodea procede de diversas utilidades que han sido desarrolladas en el marco de la exploración espacial. Algunos ejemplos son los termómetros de oído, las nuevas prótesis para animales y humanos que son capaces de simular al máximo un miembro funcional, trajes ignífugos para bomberos, sistemas de radio que funcionan en condiciones de calor extremas, comunicaciones en tiempo real a largas distancias, los sistemas de navegación por satélite (como el GPS), el sistema internacional de salvamento, control de cosechas por satélite, aspiradoras sin cables, toda la comida deshidratada que nos rodea, la leche infantil, diseño de aerodinámica y niveles de estrés y vibraciones de vehículos, puentes y edificios que resisten terremotos, técnicas de fisioterapia por infrarrojos, válvulas cardiacas, instrumentación de muchísimas pruebas médicas, colchones con memoria, procesos de purificación del agua, detectores de humo, aislantes térmicos para diversos usos (como mantas, frigoríficos, motores, o ropa deportiva)… y un largo etcétera.

Viaje por el Sistema Solar interno: el Sol y los planetas terrestres.
Venus, Marte, la Luna… todos estos astros nos resultan muy familiares, y no solo porque hayamos estudiado sus nombres en el colegio, si no, porque al ser nuestros vecinos más cercanos, son fácilmente reconocibles en el cielo. ¿Quién no se ha quedado alguna vez embelesado con la Luna? ¿O quién no ha visto nunca el lucero del alba? Sin embargo… ¿Cuánto sabes en realidad sobre ellos?
La verdad es que nuestros vecinos planetarios tienen mucho que ofrecernos, y de los cuales podemos ayudarnos para entender la evolución que ha tenido nuestro Sistema Solar desde su origen. Sabemos que los planetas rocosos, Mercurio, Venus, la Tierra y Marte, se formaron al mismo tiempo, pero cada uno evolucionó de manera muy distinta. Por ejemplo, una vez Marte tuvo océanos de agua en su superficie y su atmosfera fue mucho más densa. Sin embargo, hoy en día Marte es un planeta árido, con una atmosfera tenue, y la única agua líquida que mantiene se encuentra en el Polo Sur del planeta en una cavidad subterránea como recientemente hemos sabido. ¿Qué le pasó a Marte? ¿Le podría pasar lo mismo a la Tierra? El estudio de estos cuerpos celestes, de cómo se comportan, de cómo se relacionan con el Sol, y de sus características principales nos da grandes pistas sobre su evolución y del por qué solo la Tierra ha sido capaz de proporcionar vida hasta la fecha (que sepamos).
El Sol, el corazón de nuestro Sistema Solar.
¿Qué decir del Sol? Vivimos gracias a él en todos los sentidos. Nos da luz, calor, y permite la vida en la Tierra, pero también, es el que ha dado lugar a la formación de nuestro Sistema Solar. Es sin duda el centro de nuestras vidas, pero en realidad, sabemos muy poco sobre él.
El Sol es una estrella típica catalogada como enana amarilla. Es una bola caliente de gases incandescentes que solo con su gravedad mantiene unido a todo el Sistema Solar. Las corrientes eléctricas en el Sol generan un campo magnético que se expande por todo el Sistema Solar en forma de corriente de gas cargado eléctricamente que sopla desde el Sol en todas direcciones. Esto es lo que se conoce como viento solar. Un efecto muy visual de la interacción del viento solar con la Tierra son las auroras. Aunque el Sol es muy especial para nosotros, debemos recordar que hay miles de millones de estrellas como nuestro Sol dispersas en nuestra galaxia, la Vía Láctea.


Fig.3. “¿Volando al Sol? ¡Nosotros sí!” Cartel publicitario de Solar Orbiter por la ESA y el aeropuerto Schiphol.

Por razones obvias, la exploración in-situ del Sol ha estado largamente condicionada al desarrollo de una tecnología capaz de aguantar las altísimas temperaturas solares. Actualmente, tenemos muchos satélites que se dedican a la observación del Sol tomando imágenes y multitud de datos de la zona solar más externa, pero todos ellos lo hacen desde un punto cercano a la Tierra, a una distancia cautelosa. Sin embargo, tanto la agencia espacial americana (NASA) como la europea (ESA), han decidido dar un paso más y cambiar radicalmente el conocimiento que tenemos del corazón de nuestro Sistema Solar. La NASA envió en 2018 la sonda solar Parker para “tocar” el Sol en el sin duda sobrevuelo más cercano realizado nunca a nuestra estrella, y la ESA hará lo propio en 2020 con Solar Orbiter, que también “tocará” el Sol y además visitará los polos solares que no son visibles desde la Tierra. Se espera que ambas naves aclaren grandes enigmas actuales que condicionan el medio ambiente de los demás planetas, como por ejemplo, el origen del campo magnético solar, el mecanismo que impulsa al viento solar, o el por qué y cómo de las erupciones solares de partículas energéticas (radiación) que luego se propagan por todo el Sistema Solar. ¡Pronto lo sabremos!
Mercurio y la misión europea BepiColombo.
Sobre Mercurio, la verdad es que poco sabemos. Es el planeta terrestre más pequeño, y menos explorado de nuestro Sistema Solar con diferencia. A pesar de estar tan cerca de la Tierra, es muy difícil de ver en el cielo porque se encuentra muy cerca del Sol y su luz lo oculta de nuestros ojos. Sin embargo, con los pocos datos que tenemos gracias a un sobrevuelo fugaz de la sonda de la NASA Mariner-10 en 1974, y de los cuatro años que la sonda MESSENGER de la NASA estuvo en órbita en Mercurio (2011-2015), sabemos que es un planeta fascinante, y en cierto modo, muy parecido a la Tierra desde un punto de vista geológico y magnético. La principal diferencia es que tiene una atmósfera extremadamente tenue, y en ese aspecto se parece más a nuestra Luna. Hasta ahora no disponíamos de la tecnología apropiada para acercarnos tanto al Sol y mantener una nave a esas distancias, y por tanto, Mercurio había quedado un poco abandonado en la exploración espacial. Sin embargo, esto va a cambiar dentro de muy poco tiempo gracias a una nueva misión que actualmente se encuentra de camino a Mercurio y que fue lanzada en 2018. Se trata de la misión BepiColombo que consiste en dos naves que orbitarán este planeta gracias a un esfuerzo titánico de la agencia europea (ESA) y la japonesa (JAXA).


Fig.4. “¿Yendo a algún lugar cálido? ¿Qué tal Mercurio...? Cartel promocional de BepiColombo por la ESA y el aeropuerto Schiphol.

El viaje hasta Mercurio es muy largo, en concreto de 7 años. En realidad se podría llegar en tan solo unos meses, pero la gravedad del Sol atraería la nave de tal forma que no seriamos capaces de frenarla al llegar a Mercurio. Para evitarlo, es necesario realizar un viaje más largo, que además requiere de varios sobrevuelos a Venus con la intención de “frenar” la nave. A estos sobrevuelos a otros planetas se le conoce con el nombre de asistencias gravitatorias. Una vez que BepiColombo llegue a Mercurio allá por el 2025, tiene la ardua tarea de estudiar la formación y evolución de este planeta, lo que nos dará pistas sobre el nacimiento de nuestro Sistema Solar, así como de nuestro propio Sol. Estudiará en detalle su interacción tan cercana con el Sol, y como esto afecta a su superficie y al campo magnético del propio planeta. ¿Tiene Mercurio auroras como la Tierra, Marte, Júpiter o Saturno? También analizará la composición de su superficie y de su interior, si tiene un núcleo sólido y líquido como la Tierra, o si tiene alguna actividad geológica actualmente en su superficie. En otras palabras, ¿es un planeta volcánicamente activo?
Venus, nuestro gemelo malvado.
La exploración de Venus está en gran parte dominada por la motivación para estudiar un planeta que se considera como el gemelo de la Tierra, ya que ambos planetas se encuentran muy cerca, y son muy similares en masa y tamaño. Además, se sabe que Venus está activo geológicamente, con posibles volcanes potencialmente en erupción en la actualidad. Sin embargo, la pregunta principal es por qué a pesar de estas similitudes, ambos planetas tienen diferencias tan drásticas. Por ejemplo, Venus tiene un efecto invernadero extremo debido a una concentración muy elevada de dióxido de carbono, lo que provoca unas temperaturas extremadamente altas en su superficie, tan altas que pueden derretir el plomo. Además, un aspecto muy interesante de Venus es su muy lenta rotación, y además, en el sentido opuesto al resto de planetas, lo que pudiera haber tenido origen en un gran impacto en el pasado. Como curiosidad, un día en Venus es más largo que un año allí.
La capa de nubes de Venus no permite ver la superficie, por lo que todavía hay muchos misterios sobre la geología del planeta. Los resultados recientes de la misión europea Venus Express indican que algunos volcanes todavía pueden estar activos. De hecho, éste es el principal objetivo de la misión japonesa Akatsuki que actualmente se encuentra orbitando Venus desde 2015, así como de la futura misión india Shukrayaan-1 que planea lanzarse en 2023. 
La Luna y Marte, primeros pasos para la exploración humana de otros planetas.
La vuelta de la exploración humana a la Luna es una realidad. Desde que la humanidad puso un pie en nuestro satélite natural en los años 60, la exploración robótica de la Luna ha sido incansable con multitud de países participando en su exploración. Sin embargo, ningún ser humano ha vuelto a poner un pie en su superficie desde 1972. Esto está por cambiar durante esta década puesto que varias agencias espaciales, entre ellas la NASA, ESA, Rusia, China, Japón e India están apostando, junto con compañías privadas, por la creación de una base lunar. Hasta ahora los planes son de misiones robóticas de exploración de la superficie de la Luna, así como con la creación de una plataforma orbital lunar. Algo así como una estación espacial internacional, para astronautas que vayan más allá de la Luna. Todos estos planes son ya una realidad. Como ejemplo cabe destacar el robot de superficie que China mandó a finales de 2018 a la cara oculta de la Luna, con semillas de plantas de algodón que llegaron incluso a germinar allí. Otro ejemplo es la estrategia adoptada por la NASA para aprovechar la innovación de compañías espaciales estadounidenses para construir nuevos módulos de aterrizaje lunares. Toda esta exploración y desarrollo, a largo plazo nos brindará la experiencia necesaria para dar el próximo gran salto: misiones humanas a Marte, y más allá.


Fig.5. Imagen artística de la ESA sobre la futura base lunar.

De hecho, uno de los principales objetivos que siempre ha tenido en mente la exploración espacial es llevar seres humanos a Marte. Todo comenzó en la época de la guerra fría cuando en plena carrera espacial tanto la Unión Soviética como los Estados Unidos se dieron cuenta de que los medios y conocimiento que tenían a su alcance no eran suficientes en ese momento para mandar seres vivos a Marte. De ahí surgió que pensaran en crear diferentes estaciones espaciales habitadas de forma permanente para orbitar la Tierra y así prepararse para un día ir a Marte. Esto fue el germen que dio lugar años después a la Estación Espacial Internacional que cuenta con la presencia máxima de 6 astronautas, y en ella participan actualmente 5 agencias espaciales.

No obstante, la carrera espacial también fue el punto de salida de la exploración del planeta rojo de forma robótica. Desde 1960, más de 50 misiones han tenido por objeto este planeta. Pero poco a poco Marte se ha ganado a pulso el porqué de su larga exploración. Marte es un mundo fascinante que nos recuerda mucho a la Tierra, pero cuya evolución hacia una desertización total ha sido brutal. Muchos investigadores ven en Marte la imagen de lo que puede llegar a ser la Tierra si no respetamos a nuestro planeta. De hecho, es uno de los lugares del Sistema Solar donde muy probablemente podríamos dar respuesta a la pregunta sobre si hay o ha habido vida en el Sistema Solar. Sabemos que a lo largo de la historia, Marte ha sufrido cambios colosales en las condiciones de su superficie, donde todo indica que antes hubo océanos. Sabemos que estos cambios fueron producidos por bruscos cambios climáticos, así como cambios en la radiación solar que llegaba a Marte y gases de efecto invernadero.


Fig.6. “Se buscan exploradores de Marte” Cartel promocional de la NASA para la exploración de Marte. Imagen cortesía de NASA/KSC.

Actualmente hay 8 misiones activas en Marte que estudian diferentes aspectos del planeta, desde posibles terremotos, hasta la continua pérdida de parte de su atmósfera en el espacio. Algunas de las futuras misiones incluyen la exploración de su luna mayor, Fobos, así como el estudio del análisis de muestras de este satélite de vuelta a la Tierra. Nos gustaría destacar la inminente misión de la ESA y Rusia, ExoMars, cuya primera parte se encuentra orbitando Marte desde 2016, y cuya segunda parte, un robot de superficie, será lanzado en 2020. Entre sus principales objetivos se encuentra el establecer si una vez existió la vida en Marte.

Cometas y otros cuerpos menores, los grandes viajeros.
No podíamos olvidarnos de los grandes viajeros de nuestro Sistema Solar. Los cometas son, a grandes rasgos, bolas cósmicas de nieve de gases congelados, rocas y polvo que orbitan alrededor del Sol. Cuando están congelados y lejos del Sol, suelen ser del tamaño de un pueblo pequeño. Pero cuando la órbita de un cometa se acerca al Sol atraído por su gravedad, se calienta y arroja polvo y gases que forman una cola que se extiende lejos del Sol por millones de kilómetros.
Algunos de los aspectos más importantes de los cometas desde el punto de vista exploratorio es que quizás son los cuerpos más antiguos y primitivos que aun preservan material de las primeras épocas de formación del Sistema Solar. Además, gracias a su composición rica en moléculas orgánicas, se piensa que en las primeras etapas de formación de la Tierra, cuando los impactos de cometas y asteroides eran mucho más probables que ahora, hubiera podido ser una forma por la cual la vida comenzara en nuestro planeta.
Desde los años 70, más de 10 misiones han tenido como finalidad sobrevolar diferentes cometas para su estudio con datos in-situ. Cabe destacar la primera imagen que se obtuvo del núcleo de un cometa, el cometa Halley, por la sonda europea Giotto en 1986. Pero sin duda alguna, si hay una misión que merece mención, esa es la misión europea Rosetta. Después de 10 años viajando por el Sistema Solar para llegar con la velocidad y precisión apropiada, Rosetta comenzó a orbitar el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko en agosto de 2014, y los dos juntos orbitaron alrededor del Sol por dos años. Más allá, Rosetta fue la primera misión que planteó y logró aterrizar con éxito otra sonda, Philae, en la propia superficie del cometa. Cabe destacar que gracias a Rosetta, nuestra imagen de los cometas ha cambiado radicalmente. Una de las principales respuestas que esta misión nos ha dado es la confirmación de que el agua que el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko tiene es muy diferente al agua encontrada en la Tierra, así al que hay en otros cometas. Esto indica que el origen del agua que tenemos en la Tierra se podría deber a otros orígenes diversos. Nuevas misiones a cometas con diferentes niveles de actividad (que emitan más o menos niveles de polvo y gases) deberían ser una prioridad ya que estos cuerpos pequeños esconden información valiosísima sobre nuestros orígenes.


Fig.7. “Cita con un cometa”. Cartel promocional de Rosetta por la ESA.

Además de cometas, nuestro Sistema Solar es rico en asteroides, masas rocosas que se encuentran orbitando alrededor del Sol. La mayor parte de ellos se encuentran en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, donde destacan algunos cuerpos más masivos como Vesta y Ceres. Estos mundos similares a planetas en pequeña escala, son supervivientes intactos de la primera parte de la historia del Sistema Solar. Durante 11 años, la misión de la NASA Dawn estudió Vesta y Ceres hasta que en 2018 la sonda se quedó sin combustible. Uno de los principales resultados de la misión Dawn es el refuerzo de la idea de que los planetas enanos, y no solo las lunas heladas como veremos en la siguiente sección, podrían haber albergado océanos durante gran parte de su historia, y que algunos potencialmente aún lo hacen. Este campo de investigación está muy de moda por todas las oportunidades que ofrece. Actualmente tenemos una sonda japonesa, Hayabusa-2, que se encuentra orbitando el asteroide Ryugu de 1 km de diámetro y ha conseguido aterrizar dos pequeñas naves en su superficie con el objetivo de recoger muestras de material y traerlas a la Tierra para su análisis en 2020. También tenemos otra sonda americana, Osiris-REx, orbitando alrededor del asteroide de 500 m de diámetro Bennu. Pero no solo los asteroides son importantes desde un punto de vista científico, sino que pueden llegar a ser un riesgo potencial para nuestro planeta si sus órbitas se cruzan con la de la Tierra. Por eso, Europa planea mandar la misión Hera a un sistema de asteroides binario llamado Didymos, en el que ambos asteroides juntos son del tamaño de la pirámide de Guiza en Egipto. De hecho, Hera es una misión de defensa planetaria y complementa la misión DART de la NASA en la que esta nave impactará sobre uno de los asteroides de Didymos con el fin de desviar su órbita y probar así si esta tecnología es suficiente para desviar un asteroide en el caso de dirigirse a la Tierra.

Viaje por el Sistema Solar externo: los planetas gigantes.
La búsqueda de vida en el Sistema Solar siempre ha sido una de las grandes motivaciones para la investigación y la exploración. Por mucho tiempo creímos que Marte era el lugar más interesante para ello, pero ahora nos hemos dado cuenta de que las lunas de los planetas gigantes pudieran ser los lugares idóneos puesto que hay grandes evidencias de que bajo sus superficies congeladas hay grandes cantidades de agua, e incluso océanos. Por ello, llamamos a estos cuerpos “mundos oceánicos” y son actualmente una de las principales prioridades para la exploración.
Júpiter y la misión europea JUICE.
JUICE es una misión europea al planeta gigante Júpiter y sus 3 lunas heladas Europa, Calisto y Ganimedes. La misión será lanzada el 1 de junio de 2022 por un cohete Ariane 5, desde el centro espacial Kourou. Tenemos que ser pacientes, ya que el viaje de la Tierra a Júpiter durará 7 años y medio. Se necesitarán varios sobrevuelos a la Tierra, Venus y Marte para conseguir la velocidad suficiente para llegar a Júpiter. La inserción en la órbita de Júpiter se llevará a cabo en octubre de 2029, y será seguida por un recorrido enorme dentro del sistema de Júpiter. En este viaje se visitarán las lunas Europa y Calisto, así como el propio Júpiter.  El punto final del viaje será la luna Ganimedes, la luna más grande de todo el Sistema Solar, donde JUICE entrará en órbita a su alrededor, en septiembre de 2032. El fin de la misión está previsto para Junio ​​de 2033, cuando la nave se quede sin combustible.
El objetivo de JUICE es estudiar las condiciones que pueden haber conducido a la aparición de ambientes habitables entre las lunas heladas de Júpiter, con especial énfasis en Ganimedes, Europa y Calisto, que probablemente albergan océanos de agua líquida bajo sus superficies. La luna Ganimedes es, de hecho, el principal objetivo de la misión. Es la luna más grande de todo el Sistema Solar, y creemos que hay quizás 6 veces más agua líquida dentro de esta luna que en la propia Tierra.  Además, Ganimedes es extremadamente fascinante ya que también tiene un campo magnético interno, como la Tierra o Mercurio, que hace que este cuerpo sea realmente único.


Fig.8. Imagen artística de la ESA sobre la misión JUICE en Júpiter y de sus lunas Ío, Europa, Calisto, y Ganimedes.

Todas estas lunas están en muy alta medida influenciadas por Júpiter. El campo magnético de Júpiter es enorme, así como su atmosfera y su propia radiación, lo que hace que tenga un efecto enorme en sus lunas. La misión JUICE también se centrará en caracterizar la diversidad de procesos que tienen lugar en el sistema de Júpiter y que son los responsables de cambios en la superficie y atmósferas de Ganimedes, Europa y Calisto, que van desde escalas cortas de tiempo, hasta escalas geológicas. Estudiar el sistema de Júpiter a nivel global es esencial para comprender el origen y la evolución del sistema, y sobre todo, para saber si alguna de sus lunas pudiera tener un ambiente (en su interior) favorable para la vida.
Más allá de Júpiter: Saturno, los gigantes de hielo y los confines del Sistema Solar.
Más allá de Júpiter nos encontramos con otro de los planetas gigantes y gaseosos de nuestro Sistema Solar: Saturno. Durante más de 13 años (2004-2017), la sonda Cassini nos descubrió la belleza y grandeza de este planeta, así como de sus anillos y lunas. La misión de Cassini a Saturno, un esfuerzo conjunto de la NASA, la ESA y la agencia espacial italiana, ha sido uno de los esfuerzos más ambiciosos en la exploración del espacio planetario jamás montado. Entre los grandes descubrimientos de Cassini cabe destacar una estimación más precisa de la duración del día en Saturno (¡no es fácil saber cuánto dura un día en un planeta que es todo gas!), el estudio detallado de sus campos gravitatorios y magnéticos, el minucioso análisis de la evolución de la corriente de chorro de forma hexagonal (mejor conocida como "el hexágono") que ocupa todo el polo norte del planeta con un vórtice giratorio en su centro, o el descubrimiento de decenas de nuevas lunas, algunas de ellas entre sus propios anillos.
El sistema de Saturno, como lo es el de Júpiter, es realmente fascinante. Pero si hay algo que de verdad cambió el ritmo de la exploración espacial, fue el estudio de dos de sus lunas: Titán y Encelado. La misión Cassini también llevó consigo una sonda europea llamada Huygens, que se lanzó en paracaídas a la superficie de Titán en 2005. Titán es la luna más grande de Saturno y la segunda luna más grande del Sistema Solar. Gracias a Cassini sabemos que es un mundo oceánico, con mares y con una atmósfera de 1.5 bares de metano, lo que hace que esta luna sea muy parecida a la Tierra. De hecho, podríamos decir que Titán es como una Tierra metida en una nevera. La sonda Huygens aterrizó en su superficie en enero de 2005 enviándonos resultados espectaculares. Hasta la fecha, Huygens es la nave que más lejos de la Tierra ha aterrizado en otro mundo. Sin embargo, fue Encelado la luna que nos dio la gran sorpresa. La sonda Cassini descubrió que esta pequeña luna alberga también un océano bajo su superficie, y que su agua líquida es expulsada al espacio a través de grietas en forma de gigantescos géiseres. Este es el último cuerpo del Sistema Solar donde podríamos pensar en detectar agua líquida. Por eso su descubrimiento fue simplemente asombroso, poniendo en el punto de mira a las lunas de hielo de los planetas gigantes como mundos más habitables que nunca. La ciencia revelada por Cassini nos ayudará durante décadas en la búsqueda de vida también en otros Sistemas Solares, ya que las lecciones aprendidas de esta misión se pueden fácilmente extrapolar a los planetas que orbitan otras estrellas, los llamados “exoplanetas”.
Más allá de Saturno, nos encontramos con los gigantes de hielo Urano y Neptuno. Ambos son muy interesantes pero, por desgracia, poco conocidos. La mayor parte de la información que tenemos sobre ellos proviene de los sobrevuelos de la sonda Voyager-2 en 1986 y 1989, y de escasas observaciones de telescopios. Urano y Neptuno representan una clase muy especial de planetas: menos masivos que Júpiter y Saturno, pero con una composición que hace pensar que es de rocas, hielo, y gas. Urano tiene la particularidad de tener un eje de rotación alineado con su eje orbital, es decir, gira tumbado, lo que es algo muy inusual. Estudios recientes sugieren que esto se deba quizás a una gran colisión que tuvo lugar en el pasado lejano. Sus sistemas lunares también son muy interesantes, en particular la luna Tritón alrededor de Neptuno, que se cree que es un objeto capturado del Cinturón de Kuiper (un cinturón de asteroides más allá de la órbita de Plutón). Tritón se cree que pueda ser otro mundo acuático con agua líquida en su interior. Realmente necesitamos una misión para explorar estos mundos, lo que sin duda, nos traerá grandes descubrimientos tal y como hizo Cassini la pasada década.


Fig.9.  Imagen artística de Neptuno visto desde Tritón. Imagen obtenida desde: https://www.flickr.com/photos/a_responsibility_to_awe/11945380963

Aún más allá de los planetas gigantes de hielo nos encontramos con Plutón y sus lunas, exploradas por la nave espacial de la NASA New Horizons durante un memorable sobrevuelo en julio de 2015. A pesar de considerarlo como un planeta enano en los confines del Sistema Solar, Plutón ha resultado ser un mundo mucho más complejo e interesante de lo previsto. La sonda New Horizons nos descubrió que este planeta enano alberga el mayor glaciar del Sistema Solar, multitud de cadenas montañosas de varios kilómetros de altura, y una atmosfera tenue pero muy fría (unos -230ºC) que alberga multitud de partículas orgánicas.


Fig.10. Imágenes de Plutón (arriba) y de Ultima Thule (abajo) obtenidas por la sonda de la NASA New Horizons. Créditos: NASA/JHUAPL/SwRI

Finalmente, nos gustaría hablar del último y más lejano objeto explorado por el ser humano hasta la fecha, Ultima Thule. Este cuerpo, a priori un clásico del cinturón de Kuiper, ha sido recientemente visitado por la sonda New Horizons en enero de 2019. Las últimas fotos recibidas muestran un cuerpo formado de dos piezas, como si fuera un muñeco de nieve, parece que hubieran colisionado hace tiempo. Aún sabemos muy poco sobre este objeto ya que el equipo de New Horizons se encuentra actualmente analizando todos los datos e imágenes recibidas del sobrevuelo, pero “stay tuned! (¡estad atentos!)” porque en los próximos meses nuestra curiosidad ¡tendrá respuesta!

Exoplanetas, nuestro siguiente destino.
Los planetas que orbitan alrededor de otras estrellas se conocen como exoplanetas. Son muy difíciles de detectar con telescopios porque el resplandor brillante de las estrellas que orbitan les oculta. Para detectarlos, es necesario el uso de diversas técnicas, como por ejemplo, a través del tránsito del planeta delante de su estrella. En esos casos, cuando el planeta transita frente a la estrella, bloquea un poco la luz de la estrella, que a partir del cambio de brillo se puede obtener el tamaño del planeta. El primer exoplaneta se descubrió en 1995, y desde entonces, el desarrollo de su exploración ha sido espectacular.
Gracias a misiones como Kepler, actualmente sabemos que los exoplanetas son muy comunes en el universo. Sin embargo, la parte más importante de esta nueva forma de exploración está aún por llegar: la evidencia de un mundo hospitalario para la vida. La clave de esta búsqueda está en encontrar la zona habitable de cada estrella. Tanto las estrellas como los planetas son de muy diversos tipos y tamaños, y por tanto la interacción de estos factores determina el alcance y la influencia de la zona habitable. Si tomamos como ejemplo la Tierra, podemos definir muy claramente donde está la zona habitable de todas las estrellas con características similares a nuestro Sol que viene marcado por la distancia y la temperatura adecuadas para que exista agua líquida.
La exploración de exoplanetas es un campo muy joven pero con una gran comunidad científica detrás que crece cada día y que ve en ellos al futuro de la exploración espacial. En solo 20 años de exploración de exoplanetas, ya hemos encontrado más de 5000 planetas, algunos de ellos pueden considerarse súper-Tierras, es decir, planetas que poseen entre una y diez veces la masa de la Tierra. También, hemos encontrado sistemas planetarios como el de la estrella TRAPPIST-1, que está compuesto de siete planetas terrestres con tamaño similar a la Tierra y de los cuales, tres orbitan dentro de su zona habitable. Todo parece indicar que en las próximas décadas podremos encontrar vida en algún exoplaneta, y para ellos se preparan todas las agencias espaciales del planeta. Solo en Europa, la ESA planea el lanzamiento de cuatro misiones durante la próxima década. Estas son: CHEOPS (CHaracterising ExOPlanets Satellite) en 2019, James Webb Space Telescope en 2021, la misión PLATO (PLAnetary Transits and Oscillations of stars) en 2026, y la misión ARIEL (Atmospheric Remote-sensing Infrared Exoplanet Large-survey) en 2028.


Fig.11. (Izquierda) “Súper Tierra: experimenta una gravedad de 40307g”, (derecha) “Salto de planeta en TRAPPIST-1e, votado como la mejor “zona-habitable” de vacaciones a solo 12 parsecs de la Tierra”. Imágenes publicitarias de exoplanetas cortesía de NASA/JPL-Caltech.


Conclusiones.
La exploración espacial esta más de moda que nunca. Las próximas décadas nos traerán grandes descubrimientos dentro y fuera de nuestro Sistema Solar, y quién sabe si incluso la detección de vida en otros mundos. Como se dice en inglés “stay tuned! (¡estad atentos!)” porque el futuro ¡promete más que nunca!

¡Nunca te olvides,
que nosotros exploramos el Sistema Solar
a bordo de la maravillosa nave espacial
llamada Tierra!



Beatriz Sanchez-Cano
Doctora en Ciencias Físicas.
Post-Doctoral Research Associate, University of Leicester, Reino Unido.

Olivier Witasse
Doctor en Ciencias Físicas.
Científico de Proyecto de la misión JUpiter ICy moons Explorer (JUICE) de la Agencia Espacial Europea.
Agencia Espacial Europea, Noordwijk, Países Bajos.

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